lunes, 13 de septiembre de 2010

La lección de la Mariposa





Un día, en una pequeña abertura apareció una oruga; un hombre se sentó a observar a la mariposa durante varias horas, viendo cómo se esforzaba para hacer que su cuerpo saliera a través de aquel pequeño agujero.

Llegó un momento en que pareció que la oruga, a pesar de su esfuerzo, no avanzaba nada.

Parecía que había llegado a un punto en que ya no podía avanzar más...

Entonces el hombre decidió ayudar a la oruga y agrandó el agujero. La mariposa salió sin dificultad.

Pero su cuerpo estaba débil, las alas no estaban desarrolladas y las patitas no la sostenían.

El hombre continuó observándola esperando que en cualquier momento se lanzara a caminar y emprendería el vuelo a través de las flores.

Pero nada sucedió. La verdad es que la mariposa pasó toda la vida arrastrándose por el suelo. Fue incapaz de elevar el vuelo.

Lo que el hombre que con toda su buena voluntad quiso ayudar a la mariposa, no entendía es que, al hacer un gran esfuerzo para atravesar el pequeño agujero, los jugos vitales se iban distribuyendo y extendiendo por las partes del cuerpo que requerían fortaleza para volar. Al pasar el agujero sin ese esfuerzo, las alas no recibieron la sustancia necesaria.

Algunas veces necesitamos el esfuerzo y la dificultad en nuestra vida..
 Si Dios nos permitiera pasar por nuestras vidas sin obstáculos, quedaríamos débiles. No llegaríamos a ser tan fuertes como deberíamos. Nunca podríamos llegar a volar.

Yo pedí fuerza..
Y Dios me dió la dificultades para hacerme fuerte.
Yo pedí sabiduría y Dios me dio problemas por resolver
Yo pedí prosperidad y Dios me dió inteligencia y músculos para trabajar
Yo pedí coraje...
Y Dios me dio obstáculos para superar
Yo pedí amor...
Y Dios me dió personas con problemas a quienes ayudar
Yo pedí favores...
Y Dios me dio oportunidades
Yo no recibí nada de lo que pedí...
Pero he recibido todo lo que necesitaba

 
Vive tu vida sin miedo, enfrenta todos los obstáculos
y demuestra que puedes superarlos.


El Eco





Un hijo y su padre estaban caminando por las montañas.

De repente el hijo se hace una herida y grita:
Aaaaaaaahhhhhhhh!!!"

Para su sorpresa, oye la voz repetirse desde algún punto
en la montaña.......AAAhhhhhhhhhhh!!!"



Curioso, grita, "¿Quién eres tú"?
y Recibe la respuesta, "¿Quién eres tú?"
Enojado grita: "Cobarde!"
... Y Recibe la respuesta: "Cobarde!"


Mira a su padre y le pregunta, "?Qué esta pasando?"
El padre sonrie y le dice: "Hijo, presta atención:"
Y entonces el grita a la montaña: "Te admiro!"
La voz responde: "Te admiro!"
Otra vez el hombre grita: "Tu eres un campeón!"
La voz responde: "Tu eres un campeon!"


El muchacho sorprendido, sigue sin entender.


Entonces el padre le explica:
"La gente llama a esto ECO, pero realmente es VIDA.
Te devuelve cualquier cosa que dices o haces.
Nuestra vida es un simple reflejo de nuestras acciones.


Si quieres más amor en el mundo, llena de amor tu corazón.
Si quieres más competencia en tu equipo, mejora tu competencia.


Trabaja en tí. Cambia tú, y cambiarás tu vida
y la de los demás.


Este "ECO", se cumple en todos nosotros
y en todos los aspectos de la vida.



"La vida te devolverá todo lo que tu le des."

"TU VIDA NO ES UNA COINCIDENCIA";

ES UN REFLEJO DE TI.


miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿Cómo Te Trata La Gente?

Después de haber atravesado un camino largo y difícil, el viajero
llegó a la entrada del pueblo en el que pasaría los próximos años
de su vida.

Inquieto sobre la forma de ser de la gente en ese lugar,
le preguntó a un viejo hombre que descansaba recostado
bajo la sombra de un frondoso árbol de cedro:

- ¿Cómo es la gente en este lugar? -le dijo al viejo,
sin saludarlo-.
Es que vengo a vivir aquí y donde yo vivía las personas
eran complicadas y agresivas.
La arrogancia y la insensibilidad

eran el pan de cada día.

El anciano, sin mirarlo, respondió:
Aquí la gente es igual.
El viejo siguió reposando. El caminante prosiguió su camino.

Horas después otro viajero que también llegaba al pueblo,
se acercó al anciano y le dijo:
- Buenas tardes, señor, disculpe la molestia,
yo vengo a vivir a este pueblo y me gustaría saber
cómo es la gente, porque en donde yo vivía las
personas eran atentas, generosas y sencillas.

El anciano levantó la cabeza, sonrió y le contestó:
- Aquí la gente es igual.

Así que...

En vez de preguntarte cómo te tratan los que te

rodean, mejor pregúntate cómo los tratas tú a ellos.

A la larga la gente se termina comportando contigo

como tú te comportes con ellos.


Observa si las actitudes de los demás contigo no son más
que tu propio reflejo.







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